Se representa al rey de Asiria jactándose de la facilidad con la que triunfa sobre todos los obstáculos naturales en la prosecución de sus planes; tal lenguaje es blasfemia contra Jehová, el Señor de la Naturaleza; aunque el rey mismo puede ser apenas consciente del pecado que está cometiendo. Los tiempos en el discurso se pueden hacer todos perfectos por un cambio de vocales, o todos se pueden traducir por presentes; el rey quiere decir simplemente que constantemente realiza tales imposibilidades como estas. Los paralelos asirios citados por Cheyne son muy sorprendentes (ver su Comentario , p. 219 y las referencias allí).

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