Esta es la única ocasión en la que parece atribuirse a Isaías una profecía del exilio en Babilonia. No es fácil reconciliar tal predicción con las circunstancias particulares en las que se dice que fue pronunciada. El anuncio naturalmente dejó en la mente de Ezequías la impresión de que sus propios días los pasaría en paz, cuando en realidad el momento más crítico de su reinado aún estaba por delante de él, y es difícilmente creíble que Isaías le haya revelado el remoto destino de sus descendientes, sin advertirle de las consecuencias más inmediatas y personales de su locura.

Esta dificultad se eliminaría si pudiéramos sostener que la profecía fue pronunciada después de la liberación de Senaquerib; pero hemos visto que esta suposición es inadmisible por razones históricas. Una consideración más seria es que el ideal mesiánico de Isaías no deja lugar para una transferencia de la potencia mundial de Asiria a Babilonia, o la sustitución de la última por la primera como instrumento de castigo de Israel.

Considera uniformemente la intervención de Jehová en la crisis asiria como el momento supremo de la historia humana y el punto de inflexión en los destinos del reino de Dios, para ser sucedido inmediatamente por las glorias de la era mesiánica. La predicción, además, no tiene paralelo en la literatura profética de la época de Isaías (en Miqueas 4:10 la cláusula "e irás a Babilonia" es inconsistente con el contexto, y con toda probabilidad una glosa).

Estas objeciones son en parte neutralizadas por la hipótesis de que se refiere a algún juicio más cercano y limitado, como el encarcelamiento de Manasés en Babilonia ( 2 Crónicas 33:11 ) en el reinado de Asurbanipal. Los términos de la profecía no alcanzan la deportación de la gente y la destrucción de la ciudad, y solo se indica el destino de los tesoros y la familia real.

Sin embargo, no se puede hacer mucho hincapié en esta limitación (comp. un caso algo similar en Amós 7:17 ) y la sugerencia no logra armonizar la predicción con la anticipación conocida de Isaías del curso de los acontecimientos. Es posible que la comunicación real del profeta haya llegado al difunto escritor de esta narración en una forma coloreada por eventos posteriores.

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