La conducta de los marineros paganos contrasta sorprendente y favorablemente con la del profeta judío. Invocan a sus dioses y hacen todo lo posible para salvar el barco. Él, malhumorado, miserable y cansado por el conflicto mental y la fatiga corporal, está hundido en un sueño profundo y tiene que ser despertado a la conciencia y a la oración por los reproches del capitán pagano.

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