Un verso más oscuro. La primera línea (según el presente texto) puede traducirse literalmente,

Todos los gordos de la tierra han comido y adorado.

El tiempo es un -perfecto profético"; con el ojo de la fe el salmista ve el homenaje ya rendido a Jehová incluso por los altivos nobles de la tierra. Abandonan su orgullosa autosuficiencia, y se unen a la comida eucarística con los mansos ( Salmo 22:26 ), a quien en otro tiempo despreciaron y persiguieron. Luego continúa

Ante él se inclinan todos los que descienden al polvo,

Sí, el que no pudo mantener viva su alma.

Aquellos que estaban al borde de la tumba, listos para morir de necesidad, miseria y problemas, vienen como invitados y ganan nueva vida. Ricos y pobres, fuertes y débiles, por igual participan de la fiesta: porque en ella los ricos abandonan sus riquezas; en ella los pobres reciben la compensación de sus privaciones; y los que estaban dispuestos a morir encuentran la vida. Cp. Isaías 25:6-8 .

Esta parece ser la mejor explicación del texto tal como está; pero está abierto a serias objeciones. La referencia a la comida del sacrificio es muy abrupta; el sentido dado a "los que descienden al polvo" es cuestionable; y la última línea se arrastra pesadamente al final del versículo.

Otros suponen que el contraste pretendido no es entre ricos y pobres, sino entre vivos y muertos. -Gordos de la tierra" son los que están en pleno vigor de vida: comer significa simplemente -gozar de la vida": todos los que han bajado al polvo son los muertos. Rápida y muerta reverencia en homenaje ante el soberano universal. Cp. Filipenses 2:10 .

Por atractiva que sea esta explicación, la idea es ajena al AT Véase Salmo 115:17 ; Isaías 38:18 ; e Introd. pags. xxvss.,

Pero el texto no es improbablemente corrupto. Una fácil enmienda, adoptada por varios críticos, simplifica la primera línea así:

Ciertamente a él adorarán todos los gordos de la tierra,

y la segunda línea repite el pensamiento,

Ante él se inclinarán todos los que deben descender al polvo.

Los más poderosos de la Tierra no son más que mortales y deben rendir homenaje al Rey de reyes. Luego, la última línea debe unirse al siguiente verso así:

Y en cuanto al que no pudo mantener viva su alma,

Su simiente le servirá.

El salmista y los que como él estuvieron al borde de la muerte dejarán tras de sí una posteridad para servir a Jehová. La lectura indicada por la LXX, Pero mi alma vive para él, mi simiente le servirá , se adapta menos al contexto.

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