En el capítulo 1 se establece al profeta en su oficio, para el cual había sido designado por Jehová, aun antes de su nacimiento, para llevar Su palabra a las naciones. Pero los temores de Jeremías se manifiestan de inmediato. El Señor lo anima con la seguridad de Su presencia. Él pone sus palabras en su boca y lo nombra profeta sobre las naciones para arrancar y plantar. Se le muestran dos visiones, que contienen el resumen del cargo profético que se le comunicó, y anuncian que Jerusalén pronto será atacada por los reinos del norte.

En estas circunstancias, Jeremías se presenta ante un pueblo rebelde, que luchará contra él. Sin embargo, debe declararlo todo; y así como el Señor había animado antes al profeta, ahora añade al estímulo, para reforzarlo, una amenaza en caso de desobediencia; a saber, que, si por temor se apartaba de su comisión, el Señor se convertiría en una causa de mayor temor, y lo quebrantaría en pedazos delante de aquellos de quienes temía.

Pero si cumplía con la tarea que se le había asignado, Jehová estaría con él. Jeremias 1:6-8 ; Jeremias 1:17-18 , muestra el gran temor del espíritu del profeta, que necesitaba ser así fortalecido por Jehová.

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