El capítulo 13 es el conflicto perpetuo de los afectos y el juicio de Dios. El pensamiento de su pecado suscita el anuncio del juicio necesario e inevitable. Tan pronto como se pronuncia el juicio, el corazón de Dios vuelve a sus propios pensamientos de gracia (ver Oseas 13:1-4 ; Oseas 13:7 ; Oseas 13:9 ; Oseas 13:12 ; Oseas 13:14 ; y el dos últimos del capítulo Oseas 13:15-16 ).

Nada puede ser más hermoso que esta mezcla de la necesidad moral de juicio, la justa indignación de Dios ante tal pecado, suplicando inducir a Israel a abandonar sus malos caminos y buscar a Jehová, quien seguramente tendrá compasión; luego, la recurrencia de Dios a los eternos consejos de su propia gracia, para asegurar al pueblo a quien amaba aquello de lo que lo privó su iniquidad; y, al mismo tiempo, el conmovedor recuerdo de la relación anterior con su amado pueblo.

¡Qué condescendencia y qué gracia de parte de su Dios! Bien merecía Israel la sentencia: "Ya no tendré misericordia", dolorosa y terrible como fue, en proporción exacta a todo lo que Dios se había mostrado a sí mismo como para Israel. Bien puede decir el Señor Jesús: "Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste". La manera también en que Dios deduce la historia de la iniquidad de Israel, desde que llegaron al desierto, y presenta los medios que habían disfrutado para volver a Él; la forma en que Él expone Sus tratos cuando tuvo que resistir al infiel Jacob, y sin embargo lo bendijo cuando luchó con fe, Aquel que nunca cambia, y que seguía siendo el mismo para Israel; todo el comportamiento de Israel siendo marcado por Dios, teniendo en cuenta,

Nada exhibe más plenamente la prolongada y maravillosa paciencia del amor de Dios. Es el objeto especial de esta profecía exponer la condición moral del pueblo que condujo a la sentencia de Lo-ruhamah, y luego a la de Lo-ammi, desplegada en el resumen de los caminos de Dios con el pueblo dado en el Capítulo s 1 Timoteo 3 -la relación que existe entre los tratos morales de Dios y sus inmutables consejos -la conexión entre estos consejos y los afectos según los cuales Dios los cumple -la ingratitud del hombre en su conducta respecto a estos afectos -la longanimidad que el amor de Dios le hace ejercer hacia su pueblo ingrato, en fin, ese retraimiento de parte de Dios que dejó a su pueblo presa de su propia corrupción y de las asechanzas del enemigo.

El resultado es que la condición de Su pueblo obliga a Dios a traer el Juicio sobre ellos que exigía su pecado, cuando todas las advertencias de Dios por medio de Sus mensajeros habían sido en vano. Pero esto da lugar a la realización de los consejos de Dios, que lleva a su pueblo al arrepentimiento, después de haberlo entregado durante mucho tiempo a los frutos de sus propias obras, y así les permite disfrutar de los efectos de sus consejos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad