20 No desprecies las profecías. Esta oración se agrega apropiadamente a la anterior, ya que como el Espíritu de Dios nos ilumina principalmente por doctrina, aquellos que no dan a las enseñanzas su lugar apropiado, en lo que respecta a las mentiras, apagan el Espíritu, porque siempre debemos considerar de qué manera o por qué medios Dios diseña comunicarse con nosotros. Por lo tanto, todos los que desean progresar bajo la dirección del Espíritu Santo, se dejen enseñar por el ministerio de los profetas.

Por el término profecía, sin embargo, no entiendo el don de predecir el futuro, pero como en 1 Corintios 14:3, la ciencia de interpretar la Escritura, (611) para que un profeta sea un intérprete de la voluntad de Dios. Para Pablo, en el pasaje que he citado, asigna a los profetas que enseñan para edificación, exhortación y consolación, y enumera, por así decir, estos departamentos. Que, por lo tanto, la profecía en este pasaje se entienda como significado - interpretación hecha adecuada para el uso presente. (612) Pablo nos prohíbe despreciarlo si no decidimos por nuestra propia voluntad vagar en la oscuridad.

La declaración, sin embargo, es notable, por la recomendación de la predicación externa. Es el sueño de los fanáticos, que esos son niños que continúan empleándose en la lectura de las Escrituras, o en el escuchar la palabra, como si nadie fuera espiritual, a menos que él sea un despreciador de la doctrina. Por lo tanto, orgullosamente desprecian el ministerio del hombre, incluso la Escritura misma, para que puedan alcanzar el Espíritu. Además, cualquier ilusión que Satanás les sugiera, (613) ellos exponen presuntuosamente como revelaciones secretas del Espíritu. Tales son los Libertines, (614) y otras furias de ese sello. Y cuanto más ignorante es cualquiera, está hinchado e hinchado con tanta arrogancia. Aprendamos, sin embargo, del ejemplo de Pablo, para unir el Espíritu con la voz de los hombres, que no es más que su órgano. (615)

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