19 No apaga el Espíritu. Esta metáfora se deriva del poder y la naturaleza del Espíritu; porque como es el oficio apropiado del Espíritu iluminar los entendimientos de los hombres, y como él se llama nuestra luz, es con propiedad que se dice que lo apagamos, cuando anulamos su gracia. Hay quienes piensan que es lo mismo que se dice en esta cláusula y en la siguiente. Por lo tanto, según ellos, apagar el Espíritu es exactamente lo mismo que despreciar las profecías. Sin embargo, como el Espíritu se apaga de varias maneras, hago una distinción entre estas dos cosas: la de una declaración general y una particular. Porque aunque el desprecio de profetizar es un apagamiento del Espíritu, aquellos también apagan al Espíritu que, en lugar de agitar, como deberían, cada vez más, por el progreso diario, las chispas que Dios ha encendido en ellos, hacen, por su negligencia, anule los dones de Dios. Esta advertencia, por lo tanto, para no apagar el Espíritu, tiene un significado más amplio que el que sigue para no despreciar las profecías. El significado de lo primero es: “Sean iluminados por el Espíritu de Dios. Ve que no pierdas esa luz por tu ingratitud. Esta es una advertencia extremadamente útil, ya que vemos que aquellos que alguna vez fueron iluminados, (Hebreos 6:4) cuando rechazan un regalo tan precioso de Dios, o, cerrando sus ojos, se dejan llevar rápidamente. Después de la vanidad del mundo, son golpeados con una ceguera terrible, a fin de ser un ejemplo para los demás. Por lo tanto, debemos estar en guardia contra la indolencia, por la cual la luz de Dios se ahoga en nosotros.

Sin embargo, aquellos que infieren de esto que está en la opción del hombre apagar o apreciar la luz que se le presenta, para que le resten valor a la eficacia de la gracia y ensalcen los poderes del libre albedrío, razonan sobre bases falsas. . Porque aunque Dios trabaja eficazmente en sus elegidos, y no solo les presenta la luz, sino que les hace ver, abre los ojos de su corazón y los mantiene abiertos, pero como la carne siempre está inclinada a la indolencia, tiene necesidad de ser agitado por exhortaciones. Pero lo que Dios ordena por boca de Pablo, Él mismo lo realiza internamente. Mientras tanto, es nuestra parte pedirle al Señor que suministre aceite a las lámparas que ha encendido, para que mantenga la mecha pura e incluso la aumente.

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