4 Para cada criatura de Dios es bueno El uso de los alimentos debe juzgarse, en parte por su sustancia y en parte por la persona de quien lo come. El Apóstol, por lo tanto, se vale de ambos argumentos. En lo que respecta a la comida, él afirma que es pura, porque Dios la ha creado; y que su uso nos está consagrado por la fe y la oración. La bondad de las criaturas, que él menciona, tiene relación con los hombres, y eso no con respecto al cuerpo o la salud, sino a las conciencias. Hago este comentario, que ninguno puede entrar en especulaciones curiosas ajenas al alcance del pasaje; porque, en una sola palabra, Pablo quiere decir que las cosas que vienen de la mano de Dios, y que están destinadas para nuestro uso, no están impuras ni contaminadas ante Dios, sino que podemos comerlas libremente con respecto a la conciencia.

Si se objeta, que muchos animales fueron anteriormente declarados inmundos según la Ley, y que el fruto, que fue entregado por el árbol del conocimiento del bien y del mal, fue destructivo para el hombre; la respuesta es que las criaturas no son llamadas puras, simplemente porque son obras de Dios, sino porque, por su bondad, nos han sido dadas; porque siempre debemos mirar el nombramiento de Dios, tanto lo que él ordena como lo que prohíbe.

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