No me sorprende a quienes explican esta profecía de Antíoco, que experimentan algunos problemas con estas palabras; porque no pueden satisfacerse a sí mismos, porque esta predicción del ángel nunca fue cumplida por Antíoco, quien no descuidó a todas las deidades ni al dios de sus padres. Entonces, con respecto al amor de las mujeres, esto no se adaptará a esta persona. Pero es fácil demostrar por otras razones ya mencionadas, la ausencia de toda alusión aquí a Antíoco. Algunos refieren esta profecía al Papa y a Mahoma, y ​​la frase, el amor a las mujeres, parece dar probabilidad a este punto de vista. Porque Mahoma permitió a los hombres la brutal libertad de castigar a sus esposas, y así corrompió ese amor conyugal y la fidelidad que une al esposo con la esposa. A menos que cada hombre esté contento con una esposa soltera, no puede haber amor, porque no puede haber felicidad conyugal cuando existe rivalidad entre las esposas inferiores. Como, por lo tanto, Mahoma permitió un alcance total a varias lujurias, al permitir que un hombre tuviera varias esposas, esto parece una explicación de su falta de atención al amor de las mujeres. Aquellos que piensan que el Papa debe ser destinado aquí nos recuerdan su celibato forzado, por medio del cual se pisotea el honor del matrimonio. Sabemos con qué asco ladran los pontífices romanos cuando se les insinúa matrimonio, como podemos ver en los decretos del papa Siricio, en el séptimo capítulo del primer volumen de los Concilios. (188) Citan el pasaje, los que están en la carne no pueden agradar a Dios; y así comparar el matrimonio con la fornicación, arrojando despreciativa y despectivamente desprecio a una ordenanza sancionada por Dios. Observamos, entonces, una ligera correspondencia, pero los puntos restantes no se adaptarán a esta idea. Algunos afirman que cuando Mahoma inventó una nueva forma de religión, también lo hizo el Papa; es cierto, pero ninguno de ellos está destinado aquí, y la razón es porque Dios deseaba sostener los espíritus de su pueblo hasta la primera venida de Cristo. Por lo tanto, predice por su ángel los sufrimientos que sufrirá la Iglesia hasta que Cristo se manifieste en la carne. Ahora debemos llegar a los romanos, de quienes comenzamos a explicar el pasaje.

El ángel dice: El rey no tendrá en cuenta a los dioses de sus padres. La aplicación de esta cláusula es a primera vista oscura; pero si llegamos a reflexionar sobre el escandaloso orgullo y la barbarie de los romanos, ya no dudaremos del significado de las palabras de los Profetas. El ángel declara dos circunstancias; este rey debería ser un despreciador de todas las deidades, y aun así debería adorar a un dios, mientras que la pompa singular y magnífica mostrada debería exceder todas las prácticas comunes. Estos dos puntos, aparentemente opuestos, se encontraron unidos en los romanos. Nuestra explicación aparecerá más clara agregando los siguientes versos,

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