25. Si vivimos en el Espíritu. Según su costumbre habitual, el apóstol extrae de la doctrina una exhortación práctica. La muerte de la carne es la vida del Espíritu. Si el Espíritu de Dios vive en nosotros, que gobierne nuestras acciones. Siempre habrá muchas personas lo suficientemente atrevidas como para jactarse falsamente de vivir en el Espíritu, pero el apóstol los desafía a una prueba del hecho. Como el alma no permanece inactiva en el cuerpo, sino que da movimiento y rigor a cada miembro y parte, el Espíritu de Dios no puede morar en nosotros sin manifestarse por los efectos externos. Por la vida aquí se entiende el poder interno, y por el caminar las acciones externas. El uso metafórico de la palabra caminar, que ocurre con frecuencia, describe las obras como evidencias de la vida espiritual.

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