Si vivimos en el Espíritu ; si nuestra vida interior es en el Espíritu; es decir, recibidos del Espíritu, sostenidos por él y conformados a él en carácter.

Andemos también nosotros en el Espíritu ; que nuestra vida exterior sea también en el Espíritu; en otras palabras, que sea conforme a él en carácter, para que nuestros principios internos y nuestra conducta externa estén en armonía unos con otros.

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