9. No nos cansemos de hacer el bien. Hacer el bien (καλὸν) no significa simplemente cumplir con nuestro deber, sino realizar actos de bondad, y tiene una referencia a los hombres. Se nos indica que no nos cansemos de ayudar a nuestros vecinos, de realizar buenos oficios y de ejercer generosidad. Este precepto es muy necesario; porque somos naturalmente reacios a cumplir con los deberes del amor fraternal, y surgen muchos sucesos desagradables por los cuales el ardor de las personas más dispuestas puede enfriarse. Nos encontramos con muchas personas indignas y muchas ingratas. La gran cantidad de casos necesarios nos abruma, y ​​las aplicaciones que nos invaden cada trimestre agotan nuestra paciencia. Nuestra calidez se ve disminuida por la frescura de otros hombres. En resumen, el mundo presenta innumerables obstáculos, que tienden a desviarnos del camino correcto. Por lo tanto, lo más apropiado es que Pablo nos exhorta a no relajarnos por el cansancio.

Si nos desmayamos no. Es decir, cosecharemos el fruto que Dios promete, si "perseveramos hasta el fin". (Mateo 10:22.) Los que no perseveran se parecen a los labradores indolentes, quienes, después de arar y sembrar, dejan el trabajo sin terminar, y no toman las precauciones necesarias para evitar que las aves sean devoradas por las aves, o abrasado por el sol o destruido por el frío. De nada sirve que empecemos a hacer el bien, si no avanzamos hacia la meta.

A su debido tiempo (99) Que ningún hombre, por un deseo de recoger el fruto en esta vida, o antes de su debido tiempo, se prive de la cosecha espiritual. Los deseos de los creyentes deben ser apoyados y restringidos por el ejercicio de la esperanza y la paciencia.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad