22. Y Dios los bendijo. ¿Cuál es la fuerza de esta bendición que pronto declara? Dios no ruega como los hombres para que seamos bendecidos, sino que por la mera indicación de su propósito, efectúa lo que los hombres buscan con súplicas fervientes. Por lo tanto, bendice a sus criaturas cuando les ordena que se multipliquen y crezcan; es decir, infunde en ellas fecundidad con su palabra. Pero parece inútil que Dios se dirija a los peces y reptiles. Respondo que este modo de hablar no fue otro que el que podía ser fácilmente entendido. La experiencia misma enseña que la fuerza de la palabra dirigida a los peces no fue transitoria, sino que, al ser infundida en su naturaleza, ha echado raíces y produce frutos constantemente.

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