5. Y descendió el Señor. Ahora sigue la parte restante de la historia, en la que Moisés nos enseña con qué facilidad el Señor pudo frustrar sus intentos insensatos y dispersar todas sus preparaciones. No hay duda de que se dedicaron con empeño a lo que habían presumido temerariamente. Pero Moisés primero nos indica que Dios, por un breve tiempo, parecía no prestarles atención, (328) para que, al interrumpir de repente su obra en sus comienzos mediante la confusión de sus lenguas, pudiera dar una evidencia más contundente de su juicio. Con frecuencia tolera a los malvados hasta tal punto que no solo les permite idear muchas cosas nefandas, como si estuviera indiferente o descansara; sino que además impulsa sus impíos y perversos designios con éxito animador, para finalmente derribarlos a un abismo más bajo. El descenso de Dios, que Moisés relata aquí, se habla en referencia a los hombres más que a Dios, quien, como sabemos, no se mueve de un lugar a otro. Pero Moisés nos indica que Dios se reveló gradualmente y como a paso lento en el papel de Vengador. Así que el Señor descendió para ver; es decir, mostró claramente que no ignoraba el intento que estaban llevando a cabo los babilonios..

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