32. Ella lo llamó Rubén. Moisés relata que Lea no fue ingrata con Dios. Y verdaderamente, no dudo que en esa época los beneficios de Dios eran más apreciados de lo que lo son ahora comúnmente. Pues un estupor profano ocupa tanto la mente de casi todos los hombres, que, como el ganado, engullen todo lo que Dios, en su bondad, les otorga. Además, Lea no solo reconoce a Dios como el autor de su fecundidad; sino también asigna como razón, que su aflicción había sido vista por el Señor, y se le había dado un hijo que debería atraer el afecto de su esposo hacia ella. De ahí parece probable que, al verse despreciada, recurrió a la oración, para que pudiera recibir más ayuda del cielo. Porque la acción de gracias es una prueba de que las personas se han ejercitado previamente en la oración; ya que aquellos que no esperan nada de Dios, hacen que, por su indolencia, se entierren en el olvido todos los favores que él les ha conferido. Por lo tanto, Lea inscribió en la persona de su hijo (70) un memorial mediante el cual pudiera incitar a su corazón a ofrecer alabanzas a Dios. Este pasaje también enseña que aquellos que son despreciados injustamente por los hombres son considerados por el Señor. Por lo tanto, ofrece una consolación singularmente provechosa para los fieles; quienes, como muestra la experiencia, son en su mayoría despreciados en el mundo. Siempre que, por lo tanto, sean tratados con dureza y con desprecio por los hombres, que busquen refugio en este pensamiento, que Dios será más propicio para ellos. Lea siguió el mismo camino en referencia a su segundo hijo; pues le dio un nombre que se deriva de "oír", (71) para recordarle que sus suspiros habían sido escuchados por el Señor. De ahí que conjeturemos (como acabo de decir) que cuando la aflicción la estaba oprimiendo, ella depositó sus penas en el regazo de Dios. A su tercer hijo lo nombra en relación con "unión", (72) como si quisiera decir que ahora se interponía un nuevo eslabón, para que fuera más amada por su esposo. En cuanto a su cuarto hijo, nuevamente manifiesta su piedad hacia Dios, ya que le da el nombre de "alabanza", (73) por haberle sido concedido por la especial bondad de Dios. Ella, de hecho, había dado gracias previamente al Señor; pero dado que se suministra material más abundante para la alabanza, reconoce no solo una vez, ni por un solo método, sino frecuentemente, que ha sido ayudada por el favor de Dios.

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