Y Lea concibió y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, porque dijo: Ciertamente Jehová ha mirado mi aflicción; ahora, pues, mi marido me amará.

Hijo ... llamó su nombre Rubén, es decir, ¡he aquí! un hijo. Los nombres siempre eran significativos; y las que Lea dio a sus hijos expresaban sus variados sentimientos de agradecimiento o alegría, o alusivas a circunstancias en la historia de la familia. Había piedad y sabiduría en atribuir un significado a los nombres, ya que tendía a mantener al portador en el recuerdo de su deber y las demandas de Dios.

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