11. En el mismo día se rompieron todas las fuentes del gran abismo. Moisés nos recuerda el período de la primera creación; ya que la tierra estaba originalmente cubierta de agua; y por la singular bondad de Dios, fueron hechas retroceder, dejando un espacio claro para las criaturas vivientes. Y esto, los filósofos se ven obligados a reconocerlo, es contrario al curso de la naturaleza que las aguas se retiren, de modo que alguna parte de la tierra pueda elevarse por encima de ellas. Y la Escritura registra esto entre los milagros de Dios, que restringe la fuerza del mar, como con barreras, para que no sobrepase esa parte de la tierra que se le concede como morada a los hombres. Moisés también dice, en el primer capítulo, que algunas aguas estaban suspendidas en lo alto del cielo; y David, de manera similar, declara que están contenidas como en una botella. Finalmente, Dios levantó para los hombres un teatro en la región habitable de la tierra; y causó, por su poder secreto, que las aguas subterráneas no brotaran para inundarnos, y que las aguas celestiales no conspiraran con ellas para ese propósito. Ahora, sin embargo, Moisés afirma que cuando Dios resolvió destruir la tierra por un diluvio, esas barreras fueron arrancadas. Y aquí debemos considerar el maravilloso consejo de Dios; porque podría haber depositado, en ciertos canales o venas de la tierra, tanta agua como habría sido suficiente para todos los propósitos de la vida humana; pero intencionadamente nos ha colocado entre dos sepulcros, para que, en una seguridad imaginaria, no menospreciemos esa bondad en la que nuestra vida depende. Pues el elemento del agua, que los filósofos consideran uno de los principios de la vida, nos amenaza con la muerte desde arriba y desde abajo, excepto en la medida en que es restringido por la mano de Dios. Al decir que se rompieron las fuentes y se abrieron las cataratas, su lenguaje es metafórico y significa que las aguas ya no fluían en su forma habitual, ni la lluvia caía del cielo; sino que las distinciones que vemos, establecidas por Dios, al ser removidas, ya no había barreras para contener la violenta erupción.

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