10. Para el que ha entrado en su descanso, o, Para el que ha descansado, etc. Esta es una definición de ese sábado perpetuo en el que está el máxima felicidad, cuando habrá una semejanza entre los hombres y Dios, con quienes se unirán. Por lo que sea que los filósofos hayan dicho alguna vez sobre el bien principal, no fue más que frío y vanidoso, ya que confinaron al hombre a sí mismo, mientras que es necesario que salgamos de nosotros mismos para encontrar la felicidad. El bien principal del hombre no es más que la unión con Dios; esto se logra cuando somos formados según él como nuestro ejemplo.

Ahora esta conformación que el Apóstol nos enseña tiene lugar cuando descansamos de nuestras obras. De aquí se deduce, por fin, que el hombre se vuelve feliz por la negación propia. Porque, ¿qué más es cesar de nuestras obras, sino mortificar nuestra carne, cuando un hombre renuncia a sí mismo para poder vivir para Dios? Porque aquí siempre debemos comenzar, cuando hablamos de una vida santa y piadosa, que el hombre, de una manera muerta para sí mismo, debe permitir que Dios viva en él, que debe abstenerse de sus propias obras, para dar lugar a Dios para trabajar. De hecho, debemos confesar que solo entonces nuestra vida se forma correctamente cuando se somete a Dios. Pero a través de la corrupción endogámica este nunca es el caso, hasta que descansemos de nuestros propios trabajos; no, tal es la oposición entre el gobierno de Dios y nuestros afectos corruptos, que él no puede trabajar en nosotros hasta que descansemos. Pero aunque la realización de este descanso no se puede lograr en esta vida, debemos luchar por ello. (70) Por lo tanto, los creyentes entran pero con esta condición, que al correr pueden avanzar continuamente.

Pero no dudo que el Apóstol aludió al Sábado para reclamar a los judíos de sus observancias externas; porque de ninguna otra manera podría entenderse su abrogación, excepto por el conocimiento de su diseño espiritual. Luego trata dos cosas juntas; porque al exaltar la excelencia de la gracia, nos estimula a recibirla por fe, y mientras tanto nos muestra de pasada cuál es el verdadero diseño del sábado, para que los judíos no se apeguen tontamente al rito exterior. De hecho, de su abrogación habla expresamente, ya que este no es su tema, pero al enseñarles que el rito tenía una referencia a otra cosa, los retira gradualmente de sus nociones supersticiosas. El que comprende que el objeto principal del precepto no era el descanso externo o la adoración terrenal, inmediatamente percibe, al mirar a Cristo, que el rito externo fue abolido por su venida; porque cuando aparece el cuerpo, las sombras se desvanecen de inmediato. Entonces nuestro primer negocio es siempre, enseñar que Cristo es el fin de la ley.

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