28. Saben que no es legal. Esto parece no ser un prefacio amistoso, y puede endurecer (681) que ganar sus corazones, cuando escuchan que se les considera tan impuros, que con su familiaridad y conferencia contaminan a los santos; lo cual debe ser un gran reproche para ellos. Pero era necesario que Pedro hablara así, para que no sospecharan que tenía una conciencia maligna, porque, en contra de la costumbre entregada por los padres, vino. (682) Pero cuando afirma que fue enviado por Dios, todas esas sospechas se eliminan y se eliminan. Además, mitiga muy bien con estas palabras la ofensa que se quedó en sus mentes, en razón de un viejo rencor que existía entre los judíos y los gentiles, de modo que de ninguna manera pudo haber entrado mejor en su discurso, porque pronuncia que aquellos que ahora eran limpios que antes eran inmundos, de modo que ahora tienen comunión mutua con los santos. Además, aunque dijo que era una maldad que los judíos fueran a los gentiles, debemos saber que esto no vino tanto de la ley como de la observación de los padres. Dios había prohibido, de hecho, que ellos (no) se enredaran con matrimonios o convenios, (Deuteronomio 7:3;) nunca se les prohibió comer con ellos, o usar los negocios comunes de la vida. Pero para que esa familiaridad no los atrajera a lo que estaba prohibido, observaron la costumbre de los padres, de modo que no se unieron. No tiene fin disputar aquí si esa tradición unió las conciencias de los hombres; porque Pedro no enseña (683) lo que es lícito según Dios, sino lo que se usa comúnmente.

Ningún hombre. Él hace la suma y el final de la visión más clara, cuando se refiere a los hombres que se habló de las carnes. Y mientras dice que ningún hombre es inmundo, no puede entenderse por (todas) personas particulares; porque es cierto que todos los incrédulos están contaminados con la impureza de la conciencia, de modo que contaminan aquellas cosas que de otro modo son puras, cuando como lo hacen, pero las tocan. Pablo también dice que sus hijos permanecen impuros hasta que sean limpiados por la fe. Finalmente, si la fe sola purga y purifica los corazones de los hombres, la incredulidad hace lo mismo profano. Pero Pedro (684) compara a los judíos y los gentiles juntos en este lugar; y debido a que el muro de separación fue derribado, y el pacto de vida (685) ahora es común para ambos, él dice que esos no deben ser contados extranjeros que se hacen partícipes de la adopción de Dios.

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