19. El ángel del Señor. El Señor sacó a los apóstoles de la prisión, no porque él los libraría de las manos de sus enemigos, ya que luego sufrió que fueran devueltos y golpeados con varas; pero tenía la intención de declarar, por este milagro, que estaban en su mano y en la matrícula, hasta el final él podría mantener el crédito del evangelio; en parte para que la Iglesia pueda tener otra confirmación de ese modo, en parte para que los malvados puedan quedar sin excusa, por lo que no debemos esperar siempre, no, no siempre debemos desear que Dios nos libere de la muerte; pero debemos contentarnos con esto, que nuestra vida es defendida por su mano, en la medida en que sea conveniente. En eso usa el ministerio de un ángel, en esto lo hace según su costumbre común; porque él testifica en todas partes en las Escrituras, que los ángeles son ministros de su bondad para con nosotros. Tampoco es una especulación vana, ya que es una ayuda provechosa para nuestra enfermedad, sabemos que no solo Dios nos cuida, sino que también los espíritus celestiales vigilan nuestra seguridad. Nuevamente, esta no fue una pequeña promesa del amor de Dios hacia nosotros, que las criaturas de todos los demás nobles son nombrados para tener en cuenta nuestra seguridad. El ángel abre la prisión en la noche, porque no obraría el milagro cuando los malvados pudieran verlo, aunque el evento en sí mismo le haría saber lo mismo.

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