17. Y la ciudad será maldita, etc. Aunque Dios había decidido no solo enriquecer a su pueblo con despojos y saqueo, sino también establecerlos en ciudades que ellos no había construido, pero había una peculiaridad en el caso de la primera ciudad; porque era correcto que fuera consagrado como una especie de primicias. En consecuencia, reclama los edificios, así como todos los bienes muebles, como propios, y prohíbe la aplicación de cualquier parte de los mismos a usos privados. Pudo haber sido una tarea molesta y penosa para la gente voluntariamente derribar casas en las que podrían habitar cómodamente, y destruir artículos que podrían haber sido importantes para su uso. Pero como no se les había pedido que pelearan, les correspondía abstenerse, sin rencor, de tocar a la presa, y entregar voluntariamente las recompensas de la victoria a Dios, ya que era solo por su asentimiento que las paredes de la ciudad tenían caído, y el coraje de los ciudadanos había caído junto con ellos. Dios estaba contento con esta promesa de gratitud, siempre que la gente aprendiera rápidamente que todo lo que llamaban suyo era el regalo de su libre liberalidad. Porque con el mismo derecho, todas las otras ciudades podrían haber sido condenadas a la destrucción, si Dios no se las hubiera concedido a su pueblo para que se habituaran.

En cuanto a la palabra hebrea חרס, ahora solo repetiré brevemente de otros pasajes. Cuando se refiere a oblaciones sagradas, se convierte, con respecto a los hombres, en equivalente a aboliciones, ya que las cosas dedicadas de esta manera son renunciadas por ellos tan completamente como si fueran aniquiladas. El término griego equivalente es ἀνάθημα, o ἀνάθεμα, que significa apartado, o como se expresa correctamente en francés, prohibido. De ahí la exhortación a tener cuidado con lo que estaba bajo anatema, en la medida en que lo que había sido apartado solo para Dios había perecido, en lo que respecta a los hombres. Se usa en un sentido diferente en el siguiente verso, donde se da precaución para no colocar el campamento de Israel en anatema. Aquí su significado simple es, escisión, perdición o muerte. Además, Dios destinó vasijas hechas de metales para el uso del santuario; todas las demás cosas ordenó que fueran consumidas por el fuego o destruidas de otras maneras.

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