14. Si me preguntas algo en mi nombre, lo haré. Esta no es una repetición inútil. Todos ven y sienten que no son dignos de acercarse a Dios; y, sin embargo, la mayor parte de los hombres se adelantaron, como si estuvieran fuera de sí, y se dirigieran imprudentemente y con arrogancia a Dios; y luego, cuando esa indignidad, de la que he hablado, viene a su recuerdo, cada hombre inventa por sí mismo varios recursos. Por otro lado, cuando Dios nos invita a sí mismo, nos ofrece un solo Mediador, por el cual está dispuesto a ser apaciguado y reconciliado. Pero aquí, una vez más, la maldad de la mente humana estalla en su mayor parte, no dejes de abandonar el camino y pasar por muchas curvas. La razón por la que lo hacen es porque tienen una percepción pobre y esbelta del poder y la bondad de Dios en Cristo. A esto se agrega un segundo error, que no consideramos que estamos justamente excluidos de acercarnos a Dios, hasta que él nos llame, y que solo somos llamados a través del Hijo. Y si un pasaje no tiene suficiente peso con nosotros, háganos saber que, cuando Cristo repita, por segunda vez, que debemos orar al Padre en su nombre, él pone su mano sobre nosotros, por así decirlo, para que no podamos perder nuestros dolores buscando infructuosamente a otros intercesores.

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