Si pidiereis algo en mi nombre, lo haré.

Si pidiereis algo en mi nombre, lo haré. Observe aquí, que mientras se supone que deben pedir lo que quieren, no de Él, sino del Padre en Su nombre, Jesús dice que es Él mismo quien "lo hará" por ellos. ¡Qué pretensión es esta no sólo de ser perfectamente consciente de todo lo que Sus amados discípulos en la tierra vierten en el oído del Padre, y de todos los consejos y planes del Padre en cuanto a las respuestas que se les darán, la naturaleza y medida precisas de la gracia que se les ha de dar, y el tiempo adecuado para ello, sino para ser el Dispensador autorizado de todo lo que estas oraciones atraen, y en ese sentido el Oidor de la oración! Que cualquiera trate de concebir esta declaración aparte de la igualdad esencial de Cristo con el Padre, y lo encontrará imposible. 

La repetición enfática de esto, que si piden algo en Su nombre, Él lo hará, habla tanto de la prevalencia ilimitada de Su nombre con el Padre, como de Su autoridad ilimitada para dispensar la respuesta. Pero ver más adelante.

Esta porción del discurso es notable porque contiene el primer anuncio del Espíritu, para suplir la presencia personal del Salvador ausente.

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