5. Soy yo. Él responde suavemente que él es la persona a la que buscan y, sin embargo, como si hubieran sido golpeados por una tempestad violenta, o más bien por un rayo, los deja postrados en el suelo. No había falta de poder en él, por lo tanto, para refrenar sus manos, si él lo creía apropiado; pero deseaba obedecer a su Padre, por cuyo decreto supo que estaba llamado a morir.

Podemos deducir de esto cuán terrible y alarmante para los impíos será la voz de Cristo, cuando ascienda a su trono para juzgar al mundo. En ese momento se puso de pie como un cordero listo para ser sacrificado; su majestad, en lo que respecta a la apariencia externa, había desaparecido por completo; y, sin embargo, cuando pronuncia una sola palabra, sus enemigos armados y valientes caen. ¿Y cuál era la palabra? No truena una terrible excomunión contra ellos, sino que solo responde: Soy yo lo que será el resultado, cuando venga, no para ser juzgado por un hombre, sino para ser el juez de los vivos y los muertos; ¿No con esa apariencia mezquina y despreciable sino brillando en la gloria celestial, y acompañado por sus ángeles? Tenía la intención, en ese momento, de dar una prueba de esa eficacia que Isaías atribuye a su voz. Entre otros atributos gloriosos de Cristo, el Profeta relata que

golpeará la tierra con la vara de su boca, y matará al impío por el aliento de sus labios, ( Isaías 11:4.)

Es cierto que el cumplimiento de esta profecía es declarado por Pablo como retrasado hasta el fin del mundo (2 Tesalonicenses 2:8). Sin embargo, diariamente vemos a los malvados, con toda su ira y orgullo, abatidos por voz de cristo; y, cuando esos hombres cayeron que habían venido a atar a Cristo, se exhibió una señal visible de esa alarma que los hombres malvados sienten dentro de sí mismos, quieran o no, cuando Cristo habla por sus ministros. Además, como esto fue en cierta medida accidental para la voz de Cristo, a quien pertenece peculiarmente levantar hombres que yacían en estado de muerte, indudablemente nos mostrará tal poder que nos llevará hasta el cielo.

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