26. Soy yo quien habla contigo. Cuando él reconoce a la mujer que; él es el Mesías, sin duda se presenta a sí mismo como su Maestro, cumpliendo con las expectativas que ella había formado; y, por lo tanto, creo que es probable que procediera a dar más instrucciones completas para satisfacer su sed. Tal prueba de su gracia pretendía dar en el caso de esta pobre mujer, para que pudiera dar testimonio de todo lo que nunca deja de cumplir con su cargo, cuando deseamos tenerlo para nuestro Maestro. Por lo tanto, no hay peligro de que decepcione a uno de aquellos a quienes encuentra listos para convertirse en sus discípulos. Pero aquellos que se niegan a someterse a él, como vemos hecho por muchos hombres altivos e irreligiosos, o que esperan encontrar en otro lugar una sabiduría más perfecta, como lo hacen los mahometanos y los papistas, merecen ser conducidos por innumerables encantamientos, y por fin ser sumergido en un abismo de errores. Nuevamente, con estas palabras, "Yo que hablo contigo soy el Mesías, el Hijo de Dios", emplea el nombre de Mesías como un sello para ratificar la doctrina de su Evangelio; porque debemos recordar que fue ungido por el Padre, y que el Espíritu de Dios descansó sobre él, para que nos trajera el mensaje de salvación, como declara Isaías, (Isaías 61:1.)

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