6. También habló esta parábola. La esencia de esto es que muchos son soportados por un tiempo que merecen ser cortados; pero que no ganan nada por la demora, si persisten en su obstinación. La adulación perversa, por la cual los hipócritas se endurecen y se vuelven más obstinados, surge de esta causa, que no piensan en sus pecados hasta que son obligados; y, por lo tanto, mientras Dios les guiñe un ojo y retrase sus castigos, se imaginan que está muy satisfecho con ellos. Por lo tanto, se entregan más libremente, como si, para usar las palabras de Isaías, (Isaías 28:15) hubieran hecho un pacto con la muerte y estuvieran en amistad con la tumba. Y esta es la razón por la cual Pablo los denuncia con tanta seriedad de lenguaje para

atesorando la ira de Dios contra el último día, ( Romanos 2:5.)

Es bien sabido que los árboles a veces se preservan, no porque sus dueños los consideren útiles y productivos, sino porque el cuidadoso y trabajador esposo hace todas las pruebas y experimentos posibles antes de decidir eliminarlos del campo o viñedo. Esto nos enseña que, cuando el Señor no se venga inmediatamente de los reprobados, sino que se demora en castigarlos, existen las mejores razones para su paciencia. Tales consideraciones sirven para frenar la imprudencia humana, que ningún hombre puede atreverse a murmurar contra el Juez supremo de todos, si no siempre ejecuta sus juicios de una manera uniforme. Aquí se hace una comparación entre el dueño y el viticultor: no es que los ministros de Dios vayan más allá de él en gentileza y paciencia, sino porque el Señor no solo prolonga la vida de los pecadores, sino que también los cultiva de varias maneras, para que ellos puede producir mejores frutos.

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