Marco 7:24. Deseó que ningún hombre lo supiera. Debemos atender a esta circunstancia, que es mencionada por Marcos, que cuando Cristo vino a ese lugar, no levantó su estandarte, sino que se esforzó por permanecer oculto por un tiempo, en esa oscura situación, como un individuo privado. Marcos habla de acuerdo con la percepción ordinaria de la carne; porque, aunque Cristo por su Espíritu divino previó lo que sucedería, sin embargo, hasta que fuera el ministro y embajador del Padre, se mantuvo, como su naturaleza humana podría habernos llevado a esperar, dentro de los límites de ese llamado que Dios le había dado; y a ese respecto se dice que lo que deseaba, como hombre, no pudo lograrlo. Mientras tanto, este hecho, como he dicho, tiende a condenar poderosamente a los judíos, quienes, aunque se jactaban de ser herederos del pacto del Señor, su pueblo peculiar y un sacerdocio real, eran ciegos y sordos cuando Cristo, con voz fuerte y con la adición de milagros, les ofreció la redención prometida; mientras que esta mujer, que no tenía relación con los hijos de Abraham, y a quien, a primera vista, el pacto no pertenecía en absoluto, vino por su propia voluntad a Cristo, sin haber escuchado su voz o visto sus milagros.

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