26 Luego les soltó a Barrabás. Nuestros tres evangelistas no mencionan lo que relata Juan, (Juan 15:13) que Pilato ascendió al tribunal para pronunciar una oración; porque solo afirman que el clamor del pueblo y el tumulto confuso prevalecieron sobre él basicamente para entregar a Cristo a la muerte. Pero ambas cosas deben observarse, que se le impuso un cumplimiento contrario a su voluntad y, sin embargo, ejerció el cargo de juez al condenar a quien declara inocente. Porque si el Hijo de Dios no hubiera estado libre de todo pecado, no habríamos tenido el derecho de buscar la satisfacción de su muerte; y, por otro lado, si no se hubiera convertido en nuestra garantía, para soportar el castigo que merecíamos, ahora habríamos estado involucrados en la condena de nuestros pecados. Entonces Dios determinó que su Hijo debía ser condenado de manera solemne, para que nos absolviera por su bien.

Pero incluso la severidad del castigo sirve para confirmar nuestra fe, no menos que para impresionar nuestras mentes con el temor de la ira de Dios y humillarnos con la convicción de nuestras miserias. Porque si deseamos obtener un beneficio correcto al meditar sobre la muerte de Cristo, debemos comenzar apreciando el aborrecimiento de nuestros pecados, en proporción a la severidad del castigo que él soportó. Esto nos hará no solo sentir desagrado y vergüenza de nosotros mismos, sino también ser penetrados por un profundo dolor y, por lo tanto, buscar la medicina con ardor y, al mismo tiempo, experimentar confusión y temblor. Porque debemos tener corazones más duros que las piedras, si no somos heridos por las heridas del Hijo de Dios, si no odiamos y detestamos nuestros pecados, por expiar lo que el Hijo de Dios soportó tantos tormentos. Pero como esta es una muestra de la terrible venganza de Dios, por otro lado, nos ofrece los motivos más abundantes de confianza; porque no tenemos ninguna razón para temer que nuestros pecados, de los cuales el Hijo de Dios nos absuelve con un rescate tan valioso, vuelvan a ser juzgados ante Dios. Porque no solo soportó un tipo de muerte ordinaria, para obtener vida para nosotros, sino que junto con la cruz tomó sobre él nuestra maldición, para que ya no quedara impureza en nosotros.

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