15. ¿Pueden llorar los hijos del novio? Cristo se disculpa por sus discípulos en el marcador de la temporada, alegando que Dios todavía estaba complacido de complacerlos con sentimientos alegres, como si estuvieran presentes en un matrimonio: porque se compara con el novio, que anima a sus amigos con su presencia. Crisóstomo piensa que esta comparación fue tomada del testimonio de Juan el Bautista. El que tiene a la novia es el novio (Juan 3:29). No tengo ninguna objeción a esa opinión, aunque no creo que descansa sobre terrenos sólidos. Satisfagámonos con la declaración de Cristo de que él perdona a sus discípulos y los trata con gentileza, siempre que esté con ellos. Para que ninguno pueda envidiarles ventajas que son de corta duración, advierte que muy pronto serán tratadas con mayor dureza y severidad.

La disculpa se basa en esta consideración, que el ayuno y las oraciones se adaptan a la tristeza y la adversidad: me refiero a oraciones extraordinarias, como las que se mencionan aquí. Ciertamente, Cristo pretendía acostumbrarlos, gradualmente, a una mayor paciencia, y no imponerles una carga pesada, hasta que ganaran más fuerza. Por lo tanto, debemos aprender una doble instrucción. Cuando el Señor a veces soporta la debilidad de nuestros hermanos y actúa hacia ellos con gentileza, mientras nos trata con mayor severidad, no tenemos derecho a murmurar. Nuevamente, cuando a veces nos aliviemos de la tristeza y las aflicciones, tengamos cuidado de entregarnos a los placeres; pero, por el contrario, recordemos que las nupcias no siempre durarán. Los hijos del novio, o de la cama nupcial, es una frase hebrea, que denota a los invitados a un matrimonio. (524)

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