13. Y que Dios, etc. Ahora concluya el pasaje, como antes, con oración; en el que desea que el Señor les dé lo que les haya mandado. Por lo tanto, parece que el Señor no mide en ningún grado sus preceptos según nuestra fuerza o el poder del libre albedrío; y que él no ordena lo que debemos hacer, que nosotros, confiando en nuestro propio poder, podemos ceñirnos para rendir obediencia; pero que él ordena aquellas cosas que requieren la ayuda de su gracia, para estimularnos en nuestra atención a la oración.

Al decir el Dios de la esperanza, tuvo en cuenta el último verso; como si dijera: "Que el Dios en quien todos esperamos te llene de alegría, es decir, de alegría de corazón, y también de unidad y concordia, y esto al creer:" (449) porque para que nuestra paz sea aprobada por Dios, debemos estar unidos por una fe real y genuina. Si alguien prefiere creer, porque, para creer, (450) el sentido será, - que debían cultivar la paz con el propósito de creyendo pues solo entonces estamos debidamente preparados para creer, cuando nosotros, siendo pacíficos y unánimes, aceptamos voluntariamente lo que se nos enseña. Sin embargo, es preferible que la fe esté conectada con la paz y la alegría; porque es el vínculo de la concordia santa y legítima, y ​​el apoyo de la alegría divina. Y aunque la paz que uno tiene con Dios también puede entenderse, el contexto nos lleva más bien a la explicación anterior. (451)

Añade, además, que podéis abundar en esperanza; porque de esta manera también se confirma y aumenta la esperanza en nosotros. Las palabras, a través del poder del Espíritu Santo, dan a entender que todas las cosas son dones de la generosidad divina: y la palabra poder tiene la intención enfática de exponer esa energía maravillosa, por la cual el Espíritu obra en nosotros fe, esperanza, alegría, y paz.

¿Por qué menciona la alegría antes que la paz? Está de acuerdo con su manera habitual: la más visible, primero la corriente, luego la más oculta, la primavera. - Ed.

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