31. ¿Qué, entonces? para ser provisto cuando las adversidades los instan a desanimarse. Y nos enseña con estas palabras que con el favor paterno de Dios está conectado ese coraje invencible que supera todas las tentaciones. De hecho, sabemos que el juicio generalmente se forma por el amor o el odio a Dios, de ninguna otra manera que por una visión de nuestro estado actual; por lo tanto, cuando las cosas se caen de manera adversa, el dolor toma posesión de nuestras mentes y aleja toda confianza y consuelo. Pero Pablo exclama en voz alta que se debe investigar un principio más profundo y que razonan absurdamente quienes se limitan al triste espectáculo de nuestra guerra actual. De hecho, permito que los flagelos de Dios se consideren en sí mismos como muestras de la ira de Dios; pero cuando están consagrados en Cristo, Pablo les pide a los santos que se apoderen, sobre todas las cosas, del amor paternal de Dios, que confiando en este escudo pueden triunfar valientemente sobre todos los males; porque este es un muro descarado para nosotros, de modo que mientras Dios sea propicio para nosotros, estaremos a salvo de todos los peligros. Sin embargo, no quiere decir que nada se nos oponga; pero promete una victoria sobre todo tipo de enemigos.

Si Dios es para nosotros, etc. Este es el principal y único apoyo que puede sostenernos en toda tentación. Porque excepto que tenemos a Dios propicio para nosotros, aunque todas las cosas deberían sonreírnos, no se puede lograr una confianza segura: pero, por otro lado, solo su favor es un consuelo suficiente en cada dolor, una protección suficientemente fuerte contra todos tormentas de adversidades. Y sobre este tema hay muchos testimonios de las Escrituras, que muestran que cuando los santos confían únicamente en el poder de Dios, se atreven a despreciar todo lo que se les opone en el mundo.

"Cuando camino en medio de la sombra de la muerte, no temeré a los males, porque tú estás conmigo". (Salmo 23:4.)

"En el Señor confío: ¿qué me hará la carne?" ( Salmo 56:11.)

"No temeré a las miles de personas que me acosan". ( Salmo 3:6.)

Porque no hay poder ni debajo ni encima de los cielos, que pueda resistir el brazo de Dios. Teniéndolo entonces como nuestro defensor, no debemos temer daño alguno. Por lo tanto, solo él muestra una verdadera confianza en Dios, quien, contento con su protección, no teme nada de tal manera que lo desanime; los fieles son sin duda a menudo sacudidos, pero nunca son abatidos por completo. En resumen, el objetivo del Apóstol era mostrar que el alma piadosa debe confiar en el testimonio interno del Espíritu Santo y no depender de las cosas externas.

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