13. Levántate, oh Jehová. Cuanto más furioso fue David perseguido por sus enemigos, le suplica a Dios con más fervor que le brinde ayuda inmediata; porque usa la palabra cara para denotar la rápida impetuosidad de su adversario, para reprimir la necesidad de la mayor prisa. Con estas palabras, el Espíritu Santo nos enseña que cuando la muerte se muestra a sí misma a mano, a Dios se le proporcionan remedios perfectamente preparados, mediante los cuales puede efectuar nuestra liberación en un momento. El salmista no solo atribuye a Dios el oficio de liberar a su pueblo; al mismo tiempo lo arma con poder para aplastar y romper en pedazos a los malvados. Sin embargo, no desea que sean arrojados más lejos de lo necesario para que sean humillados, para que puedan cesar de su conducta escandalosa y perjudicial hacia él, como podemos deducir de la siguiente cláusula, donde nuevamente le suplica a Dios que entregue su alma David habría estado contento de verlos continuar en posesión de su facilidad y prosperidad externas, si no hubieran abusado de su poder practicando la injusticia y la crueldad. Háganos saber, entonces, que Dios consulta el bien de su pueblo cuando derroca a los impíos y rompe su fuerza; cuando hace esto, es con el propósito de liberar de la destrucción a los pobres inocentes que son molestados por estos miserables. (370) Algunos expositores leen el pasaje así, del hombre impío, que es tu espada, (371) y también, De los hombres que son tu mano; pero esto no me parece una traducción adecuada. Admito que, de cualquier aflicción que nos llegue, es la mano de Dios la que nos castiga, y que los impíos son los azotes que él emplea para este propósito; y, además, que esta consideración es muy adecuada para llevarnos a ejercer paciencia. Pero como esta forma de hablar aquí sería algo dura y, al mismo tiempo, no muy consistente con la oración, prefiero adoptar la exposición que representa las palabras de David como una oración para que Dios lo libere con su espada y lo hiera con su espada. su mano a aquellos hombres que, durante demasiado tiempo, habían estado en posesión del poder y la prosperidad. Contrasta la espada de Dios con ayudas humanas y medios humanos de alivio; y la importancia de sus palabras es: si Dios mismo no sale para vengarse, y saca su espada, no me queda ninguna esperanza de liberación.

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