4. Mi alma está entre los leones. Nuevamente insiste en la crueldad de sus enemigos como una súplica para prevalecer con Dios para su interposición más rápida. Los compara con leones, habla de ellos como inflamados de furia o de odio implacable, y compara sus dientes con lanzas y flechas. En lo que dice de su lengua, alude a las virulentas calumnias que venden los malvados y que infligen una herida más profunda que cualquier espada sobre la parte inocente que las padece. David, como es bien sabido, no encontró un juicio más pesado que las acusaciones falsas y calumniosas que sus enemigos le lanzaron. Cuando nos enteramos de la cruel persecución de diferentes tipos que este santo fue llamado a soportar, no deberíamos considerar que no sea una dificultad participar en el mismo conflicto, pero estar satisfechos siempre que podamos presentar nuestras quejas al Señor, quien puede frenan la lengua falsa y detienen la mano de la violencia.

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