Génesis 1:27-30

Génesis 1:27-30. Pacto con Adán. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó; y los bendijo Dios, y les dijo Dios: Fructificad y multiplicaos, y henchid la tierra, y sojuzgad y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí os he dado toda hierba que da semilla que está sobre la faz de toda la tierra, y de todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, os será para comer, y a todos los animales de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se mueve sobre toda la tierra en que hay vida, toda hierba verde la he dado por alimento; y fue así.

Aquí se describe la suma de las bienaventuranzas que el hombre tiene en su primer estado. Aquí está primero su inherente bien espiritual, que reside en su creación a imagen de Dios. He aquí la dicha que tuvo en el favor de Dios; su bendición de él es un testimonio de ello. Aquí está la felicidad que tuvo en su relación con Dios; porque el hablar con él de esta manera amistosa es un ejemplo de ello. He aquí todo su bien exterior, que consistía en dos cosas: la primera, en tener sociedad, implícita en aquella expresión Varón y hembra los creó, y en aquellas palabras Fructificad y multiplicaos.

Aquí está la suma de su bien exterior en el disfrute del bien terrenal. Aquí está la posesión de la tierra, y el disfrute del producto de ella, y el dominio sobre las criaturas inferiores en ella. Estas cosas evidentemente le fueron dadas a Adán como la cabeza pública de la humanidad. Dios, al bendecirlos, evidentemente les habla como la cabeza de la humanidad. Las bendiciones que pronuncia le son dadas en nombre de toda la raza, y por tanto el favor manifestado al bendecirlas le es dado implícitamente como cabeza de la raza.

El hecho de que Dios los haga a su propia imagen y luego los bendiga, implica otorgar esas bendiciones pronunciadas sobre el sujeto bendito, con la condición de que continúe siendo un tema tan excelente como lo había hecho, y tal como ahora se presentaba para recibir su bendición. o continuó en una capacidad tan feliz para disfrutar de las bendiciones como lo era ahora. De lo contrario, la bendición sería anulada en gran medida; porque para que los hombres fueran felices en la bendición, dos cosas eran necesarias: la primera, que los goces concedidos fueran buenos; y en segundo lugar, que el sujeto sea bueno, o esté en buena capacidad para recibirlos y disfrutarlos; por lo tanto, ambos están indudablemente implícitos en la bendición aquí pronunciada sobre Adán, que se pronuncia claramente sobre él en nombre de toda la raza.

Y por lo tanto, de la misma manera cuando Adán es amenazado con ser privado de todo esto en caso de su desobediencia, Adán debe entenderlo de la misma manera como una calamidad que vendrá sobre toda la raza, y en consecuencia la promesa implícita de la vida, como la confirmación. y aumento de la bendición, respeta también a toda la raza. Por lo tanto, el pacto debe hacerse con Adán, no solo para él, sino para toda su posteridad.

Génesis 2:2

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