Lo que he estado diciendo sobre el apoyo a las viudas me recuerda otra cuestión de las finanzas de la Iglesia: el pago de los presbíteros. La equidad y los principios bíblicos sugieren que deben ser remunerados en proporción a su utilidad. Tú eres el juez de los presbíteros; en el desempeño de este cargo, sean cautelosos al acusar y valientes al reprender. Le pido que sea imparcial. No absuelva sin consideración deliberada.

Un disciplinario laxo es cómplice en la culpa de aquellos a quienes anima a pecar. Mantente puro. No me refiero a esto en el sentido ascético; por el contrario, tu continua delicadeza exige un estimulante. Pero, para reanudar vuestros deberes de juez, no es necesario que os angustiéis con recelos; encontrará que sus juicios sobre los hombres, aun cuando sean sólo instintivos, son generalmente correctos.

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