Jesús en respuesta, aunque no rompe del todo el velo de la figura, la lleva a pensar en un regalo más satisfactorio que el que Jacob le había dado en este pozo. πᾶς ὁ πίνων … ζωὴν αἰώνιον. Él contrasta el agua del pozo con el agua que Él puede dar; y las dos cualidades características de Su agua viva son sugeridas por este contraste. El agua del pozo de Jacob tenía dos defectos: apagaba la sed solo por un tiempo, y estaba fuera del pueblo a una distancia fatigosa, y sujeta a varios accidentes.

Cristo ofrece agua que apagará la sed para siempre, y que estará “en” la persona que bebe, ἐν αὐτῷ πηγὴ ὕδατος ἁλλομένου εἰς ζωὴν αἰώνιον. Para esta figura dada a otro uso similar, véase Marcus Aurelius, vii. 59, y viii. 51, con notas de Gataker. El agua viva apaga de forma duradera las ansias humanas y está dentro del hombre, inseparable de él, y brotando siempre con energía y de nuevo.

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Antiguo Testamento