“Si yo soy partícipe de la acción de gracias, ¿por qué se me insulta por aquello por lo que doy gracias?”

El asíndeton por sí mismo prueba que este verso reafirma y explica la idea de lo anterior. Pone de relieve aún con más fuerza el absurdo de la conducta del cristiano fuerte por la repugnante contradicción que surgiría entre la acción de gracias con la que participa del alimento que se le ofrece y la herida de la conciencia testimoniada por la culpa del débil. ¡Qué! ¡aquello por lo que un creyente da gracias, el otro lo convierte en motivo de difamación contra él! Esto es lo que expresa la palabra βλασφημεῖν.

“¿Qué clase de religión es esa?” dirían los paganos, que fueron testigos de ambas acciones. El apóstol concluye declarando en general el principio que, en tales asuntos de la libertad cristiana, debe ser la guía suprema de la conducta del creyente:

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