vv. 25 fue una interrupción arrancada a Pablo por la necesidad que su corazón ultrajado sentía de justificar una vez más la severidad de tal castigo. Ahora retoma su exposición del castigo, comenzada en Romanos 1:24 ; y esta vez procede hasta el final. No rehuye ningún detalle adecuado para poner de manifiesto la venganza que Dios ha tomado de la ofensa ofrecida a su majestad ultrajada.

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