Después de tres días en Roma, Pablo llamó a los líderes de los judíos. Les explicó que estaba en Roma a causa de los cargos presentados contra él por sus hermanos en Jerusalén. Las autoridades querían liberarlo, pero tuvo que apelar a César porque los judíos se oponían a que Pablo quedara en libertad. El apóstol quedó encadenado, según explicó, por seguir a Cristo, verdadero cumplimiento de la esperanza de Israel.

Los líderes de los judíos en Roma no sabían nada de los cargos contra Pablo e informaron que nadie había venido de Jerusalén. Sin embargo, expresaron su deseo de escuchar a Pablo sobre el cristianismo, del cual dijeron que se hablaba en contra "en todas partes".

En el día señalado, un gran grupo regresó y Pablo predicó todo el día usando a Moisés y los profetas para testificar acerca del reino de Dios. El grupo estaba dividido en cuanto a si creer a Pablo. Finalmente pronunció una palabra, que Coffman sugiere que fue "gentiles", lo que puso fin a toda discusión. Pablo citó Isaías 6:9-10 para mostrar que el Espíritu Santo había predicho su rechazo del evangelio. El apóstol les dijo entonces que la salvación sería llevada a los gentiles y allí encontraría una buena acogida.

Lucas informa que Paul pasó dos años en su propia casa alquilada. Allí recibió invitados y enseñó acerca del reino de Dios. Habló con denuedo y nadie le prohibió continuar ( Hechos 28:17-31 ).

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento