De pecado, porque no creyeron ( creer , versión griega y siríaca) en Mí.Él condenará a Mis enemigos, tanto judíos como gentiles incrédulos, tanto del gran pecado de la incredulidad (S. Crisóstomo y Agustín), como de todo otro pecado (S. Cirilo), por negarse a creer en Mí, por las muchas razones que ellos han oído, y los milagros que han visto. Porque el Espíritu les hará ver el estado de su alma, tanto exteriormente, por la predicación ferviente, por la santidad de los Apóstoles, como por los milagros que obrará por medio de ellos; e interiormente, iluminando sus mentes con su Inspiración, para que reconozcan, aun contra su voluntad, que están en su anterior infidelidad y otros pecados, y que no pueden librarse de ellos, sino por la fe en Mí, que ellos se negó a aceptar. Porque Él les demostrará que no hay otro Salvador que pueda expiar el pecado, sino Yo mismo.

Ver Hechos iv. 12. Y en consecuencia, aunque muchos fueron conmovidos por esta predicación de los Apóstoles, otros, por persistir en su incredulidad, se hicieron inexcusables y dignos de la condenación y del infierno. Ver Hechos ii. 37. Así S. Cirilo, Leoncio y otros. versión 10. De justicia. El Espíritu Santo probará que la justicia del mundo es falsa; la de los judíos, porque la buscaban por las ceremonias de la Ley, que no podían purificar el alma; y la de los gentiles, porque la buscaron sólo en las cosas que eran natural y moralmente honestas, y despreciaron a Cristo. Pero Él, el Espíritu Santo, presentará a Cristo, quien fue despreciado y tenido por injusto, como el único Justo, y la fuente y el origen de toda justicia. Entonces S. Cyril, lib. vi.

Tropológicamente, S. Bernardino ( Serm . xxi.) dice: "El Espíritu Santo reprende al mundo del pecado, porque disimula; de la justicia, que no ordena correctamente, dándosela a sí mismo y no a Dios; del juicio , que usurpa, al juzgar temerariamente tanto a sí mismo como a los demás".

Porque voy a Mi Padre. Es una ofensa al mundo ya los mundanos que, pareciendo un simple hombre, predique doctrinas nuevas y paradójicas. Pero pronto se les manifestará lo contrario, a saber, que he sido enviado por Dios Padre para reconciliar al mundo con Dios por mi muerte en la cruz, y para resucitarlos a los derechos de sus hijos. Porque subiendo al cielo volveré a Él, para que el mundo no me vea más, ni se escandalice al ver mi debilidad en la carne.

Y desde allí enviaré el Espíritu Santo para justificar y santificar a los que creen en Mí, y por esto será claro para todo el mundo que Yo no soy un mero hombre, sino el Dios-hombre, el que justifica y Santifica a los mundo. Así Leoncio, S. Crisóstomo, Teofilacto y Eutimio. S. Crisóstomo añade que el Espíritu Santo distribuyó sus dones y gracias a los fieles en la invocación del Nombre de Jesús.

Y no me veréis más . No habla de ellos personalmente, sino de los hombres en general. Me veréis ascender a Mi Padre, pero después no Me veréis más en esta vida. Así Maldonato, Ribera y otros.

Toletus añade que Cristo dijo esto para dar a entender que no tenía necesidad de volver al mundo para sufrir y morir. Porque con Mi muerte una vez por todas he cumplido toda justicia para todos los hombres, pasados, presentes y futuros. Por tanto, no me veréis más como me habéis visto hasta ahora. Habiendo, pues, cumplido toda justicia, el mundo debe, después de Mi partida, ser inmediatamente convencido de justicia, es decir, que ha sido completado y consumado por Mí.

S. Agustín ( in loc .) añade: "El mundo es reprobado por el pecado, porque no cree en Cristo. También es reprobado por la justicia de los que creen; porque comparar a los fieles con los incrédulos es culpar a los incrédulos. Pero debido a que es el clamor común de los incrédulos, '¿Cómo podemos creer lo que no creemos?' Por lo tanto, definió la justicia de aquellos que creen, en estas palabras, 'Porque voy al Padre, y no me veréis más.

Bienaventurados los que no ven y sin embargo creen.' Esta será, pues, vuestra justicia, de la que el mundo es reprendido, que creáis en mí, a quien no veréis". También dice (de Verb. Dom. Serm. lxi.), "No creyeron, pero va al Padre Fue su pecado, pero Su justicia. Porque Su venida a nosotros fue un acto de misericordia, Su ida al Padre fue Su justicia”, como dijo el apóstol, “Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo.

Y también ( Quæs. N. et V. Test. xxxix.), "Con su regreso probó que había venido de allí". Y S. Crisóstomo, "Su ida al Padre fue una prueba de que había vivido una vida intachable, de modo que no pudieran decir: Pecador es, y no es de Dios".

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