Y el que me envió, conmigo está. Añade esto (dice S. Crisóstomo) para no ser tenido por inferior al Padre que le enseñó. Uno se relaciona con la Encarnación ( dispensationem ), el otro con la Deidad. "El Padre", dice S. Agustín, "envió al Hijo, pero no lo dejó". Además, el Padre está siempre con el Hijo, no sólo por la esencia inseparable de la Deidad, que continúa siempre en el mismo número, sino también por la especial providencia y guía concedida a la humanidad que Él asumió, la Divinidad guiándola y dirigiéndola en toda obra, para hacer perfecta y divina toda su obra.

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Antiguo Testamento