Convierte tus arados en espadas - La paz ya había sido prometida, como una bendición del evangelio. "En sus días", predijo Salomón, "florecerá el justo y paz en abundancia, mientras dure la luna" Salmo 72:7. Y otro, "Él hace tus fronteras paz" Salmo 147:14. La paz interior con Dios fluye en paz con el hombre. “La justicia y la paz se besaron” Salmo 85:1. Donde no hay descanso en Dios, todo es inquietud. Y así, todo lo que era necesario para la vida, los medios de subsistencia, el cuidado de la salud, debían olvidarse para la guerra.

Deje que los débiles digan que soy fuerte - Es una última reunión de los poderes del mundo contra su Creador; La escena final de la rebelión del hombre contra Dios. Es su única reunión universal. Ninguno, aunque aparentemente no apto, debía salvarse de este conflicto; nadie debía quedarse atrás. El granjero debía forjar para la guerra los instrumentos de su labor pacífica; el enfermo debía olvidar su debilidad y adquirir una fuerza que no tenía, y eso al máximo. Pero como la debilidad es, en y a través de Dios, fortaleza, así toda la fuerza de Dios es debilidad. El hombre puede decir, soy fuerte; pero, en contra de Dios, permanece débil ya que, según se dice, el hombre débil Salmo 10:18) de la tierra ya no puede oprimir.

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