El Señor preserva a los extraños - Los mira con interés; él los defiende y los guía. Esta es la novena razón por la cual los que confían en el Señor son felices. El extraño - lejos de casa y amigos; sin nadie que sienta interés por él o simpatía por él; con la sensación de que está abandonado; sin nadie a quien pueda pedir simpatía en la angustia, puede encontrar en Dios a alguien que considere su condición; quien simpatizará con él; quien puede protegerlo y hacerse amigo de él. Compare Éxodo 12:49; Éxodo 22:21; Éxodo 23:9; Levítico 19:33; Deuteronomio 1:16; Deuteronomio 10:18; Isaías 56:3, Isaías 56:6.

Alivia a los huérfanos y a la viuda - Él es su amigo. Esta es la décima razón por la cual aquellos que confían en el Señor son felices. Es que Dios es el amigo de aquellos que no tienen protector terrenal. Vea las notas en Salmo 68:5: "Un padre de los huérfanos, y un juez de las viudas, es Dios en su santa morada".

Pero el camino de los malvados se pone boca abajo - Derroca sus planes; derrota sus esquemas; hace que sus propósitos logren lo que no pretendían que debieran lograr. La palabra hebrea aquí significa doblar, curvar, torcer, distorsionar; luego, volcar, volcar. La misma palabra se aplica a la conducta de los impíos, en Salmo 119:78: "Ellos trataron perversamente conmigo". La idea aquí es que su camino no es recto; que Dios lo hace un camino torcido; que se desvían de su diseño; que a través de ellos logra propósitos que no pretendían; que les impide realizar sus propios diseños; y que hará que sus planes estén subordinados a un propósito mayor y mejor que el suyo. Esta es la undécima razón por la cual aquellos que confían en Dios son felices. Es que Dios es digno de confianza y amor, porque tiene todos los planes de los hombres malvados completamente bajo su control.

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