ni buscando la gloria de los hombres, ni de vosotros ni de otros, cuando podríamos haber reclamado autoridad como apóstoles de Cristo. [Como el apóstol no había predicado por dinero, tampoco había predicado por fama. Aunque pudo haber defendido su dignidad y magnificado su oficio como embajador de Dios, no había hecho ni siquiera esto. No había predicado el evangelio porque ocupaba un alto cargo en el reino, y así sería exaltado por su ampliación; pero había predicado para salvar almas. No solo en Tesalónica había hecho esto, sino en todas partes.]

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Antiguo Testamento