Porque si lo que perece fue con gloria, mucho más lo que permanece es en gloria. [Si el antiguo pacto que trajo la muerte glorificó a su ministro introductorio, de modo que el rostro de Moisés brilló cuando lo trajo de Dios al pueblo, y brilló tan resplandecientemente que los hijos de Israel no pudieron mirarlo fijamente (aunque debemos notar de paso que esta gloria era de carácter temporal, evanescente); ¿No es más de esperar que los ministros iniciadores de ese nuevo pacto que da vida sean glorificados? Porque si hubo gloria en ministrar bajo aquel pacto que trajo condenación, mucho más hay gloria en ministrar bajo aquel que trae justificación por medio de la justicia.

Porque aunque el antiguo pacto fue hecho glorioso, no tuvo gloria con respecto ni en comparación con el nuevo pacto a causa de la excelsa gloria de este último. Porque si es glorioso lo que se eclipsa, mucho más es glorioso lo que lo eclipsa y sigue oscureciéndolo. El lenguaje de Pablo sugiere el sol naciente. Antes de que él venga, las estrellas parecen gloriosas, pero no tienen gloria en comparación con él. Si ellos son gloriosos, mucho más glorioso es el rey del día, quien, por su brillo superior, recuerda a la oscuridad todos sus orbes resplandecientes.]

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Antiguo Testamento