Ahora, por una recompensa similar (hablo como a mis hijos), sed también vosotros ensanchados. [Cuando Pablo había escrito su carta anterior, su corazón se había estrechado por su sospecha en cuanto a la lealtad de los corintios, y les había hablado como con labios apretados y guardados, sopesando no solo sus palabras, sino teniendo presente, por así decirlo, del tono en que las pronunció. Pero por su obediencia a las instrucciones que les dio, su confianza en ellos había sido restaurada, su corazón se había dilatado a su grandeza anterior y la abundancia de afecto hacia ellos, y su boca había quedado libre para hablarles sin reservas y abiertamente.

Si existieron relaciones tensas o tensas entre ellos, surgieron del corazón de los mismos corintios. Pablo, por tanto, les ruega que retribuyan su amor con el amor de ellos, su generosidad de corazón con la correspondiente generosidad de corazón de parte de ellos, y lo hace con el espíritu y con la expectativa que tiene un padre cuando habla con sus hijos. Así, después de la larga digresión entre paréntesis que comenzó en el versículo 3, el apóstol vuelve al tema de los versículos 1 y 2.

Habiéndose puesto él mismo en una posición adecuada para dar una amonestación, y los corintios en la actitud correcta para recibirla, imparte la amonestación que comenzó a introducir en [ 2 Corintios 6:1 ]

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