3-16. (3) " Y él dijo: Yo mismo soy judío; nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad a los pies de Gamaliel, educado según la doctrina más estricta de la ley de nuestros padres, y era celoso de Dios como todos vosotros sois hoy. (4) De esta manera perseguí, hasta la muerte, encadenando y entregando en cárceles a hombres y mujeres, (5) siendo mis testigos el sumo sacerdote y todo el cuerpo de los ancianos: de los cuales, también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer a los que estaban allí atados a Jerusalén, para que fueran castigados.

(6) Pero aconteció que, mientras viajaba y me acercaba a Damasco, alrededor del mediodía, una gran luz del cielo me rodeó de repente. (7) Caí a tierra y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? (8) Y respondí: ¿Quién eres, Señor? Me dijo: Yo soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues. (9) Ahora bien, los que estaban conmigo vieron la luz y tuvieron miedo; pero no oyeron la voz del que me hablaba.

(10) Y dije: Señor, ¿qué haré? Y el Señor me dijo: Levántate y ve a Damasco, y allí se te dirá acerca de todas las cosas que te están mandadas hacer. (11) Y como no podía ver por la gloria de aquella luz, los que estaban conmigo me llevaron de la mano y entré en Damasco. (12) Y un tal Ananías, varón piadoso según la ley, de buena reputación entre todos los judíos que allí habitaban, (13) vino a mí, se puso de pie y me dijo: Hermano Saulo, mira hacia arriba.

Y en ese momento lo miré. (14) Y él dijo: El Dios de nuestros padres os ha escogido para conocer su voluntad, y para ver al Justo, y para oír la voz de su boca. (15) Porque tú le serás testigo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. (16) Y ahora, ¿por qué te demoras? Levántate y sumérgete, y lava tus pecados, invocando el nombre del Señor.

Las partes de este discurso que son necesarias para la plena comprensión de la conversión de Pablo, las hemos considerado al comentar el capítulo noveno. Las palabras de Ananías, "Levántate y sé sumergido", probablemente exigen un momento adicional de atención, debido a la el uso que han hecho de ellos muchos escritores pedobautistas y oradores de grado inferior. Se insta a que las palabras se traduzcan: "Levantándose, sean bautizados", y que indiquen que Pablo fue bautizado en el lugar, sin dejar la casa.

Podríamos admitir la traducción sin conceder la conclusión; porque el mandato de ser bautizado requería que él hiciera lo que fuera necesario para ese acto. Si el acto era inmersión, requería que él fuera a donde pudiera realizarse, por grande que fuera la distancia, y las palabras son totalmente consistentes con esa idea. Si iba a ser sumergido, necesariamente debe levantarse de su posición postrada o sentada para ese propósito. Si iba a ser rociado, bien podría haber permanecido, como suelen hacer ahora los candidatos a esa ceremonia, sobre sus rodillas.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento