Apocalipsis 9:16-17 . Se desarrolla otra parte de la visión, en la que se nos presenta a los jinetes , como si ya los conociéramos, aunque nada se haya dicho de ellos antes. El número de los jinetes era tan grande que no se podían contar: San Juan solo escuchó el número de ellos.

Sigue una descripción más completa tanto de los caballos como de sus jinetes. Estos últimos, no los primeros, tenían corazas de fuego, piedra de jacinto y azufre. La piedra de jacinto es de un color azul oscuro opaco que se asemeja al producido por el azufre en llamas; y así los colores de las corazas son los de las cosas que en las siguientes palabras salen de la boca de los caballos. Las corazas también son más que meras armas de defensa.

Con el azulado azufre de su color, inspiran terror al espectador. Es posible que los colores sean sólo el reflejo, en los petos de los jinetes, del 'fuego y humo y azufre' que salen de la boca de los caballos. Esta idea está de acuerdo con la tensión general del pasaje, que parece otorgar todo el terror a los caballos y mantener a los jinetes en un segundo plano; pero no hay evidencia directa en su apoyo, y es innecesario recurrir a ella.

Habiendo hablado de los jinetes, la descripción se dirige a los caballos. Para el judío el caballo, aun considerado en sí mismo, era objeto de terror, no de admiración. Sólo estaba relacionado con la guerra, un arma viva y veloz de destrucción. Sin embargo, así como las langostas de la quinta trompeta eran más terribles que las langostas de la tierra, los caballos de la sexta tienen su terror aumentado por la adición de nuevas características que no se encuentran en los caballos de este mundo. Sus cabezas eran como cabezas de leones (comp. en el cap. Apocalipsis 4:7 ).

Y de sus meses sale fuego, humo y azufre; es decir, los tres elementos del dolor salen de la boca de cada caballo de todo el ejército, un sustituto espantoso de la espuma.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento