Juan 3:10 . Respondió Jesús y le dijo: Tú eres el maestro de Israel; ¿Y no percibes estas cosas? La pregunta que expresó el desconcierto de Nicodemo es respondida por otra pregunta. Ha asumido el oficio de maestro, maestro del pueblo de Dios, Israel, y sin embargo no reconoce estas verdades.

'Israel' es una palabra usada sólo cuatro veces en este Evangelio, y nunca sin un significado especial. Hemos visto su significado en Juan 1:31 y Juan 1:49 ; y cap. Juan 12:13 es similar.

El único pasaje restante es el que tenemos ante nosotros. Ninguna palabra trae tan claramente a la vista la nación de la elección especial de Dios. El nombre nos transporta de una época de degeneración y decadencia a días pasados ​​de esperanza y promesa. Fue a Israel a quien Dios le mostró Sus estatutos y Sus juicios ( Salmo 147:19 ), y este pensamiento es muy prominente aquí.

De Israel así poseído de las mismas verdades a las que Jesús se había referido (ver arriba, en Juan 3:5 ) Nicodemo es 'el maestro'. No es simplemente 'un maestro', aunque no es muy fácil decir qué denota la presencia del artículo. Es posible que Nicodemo ocupara una posición superior, o fuera tenido en especial honor entre los doctores de la ley; o las palabras pueden simplemente implicar que él magnificaba su oficio y estaba orgulloso de ser maestro del pueblo de Dios.

Seguramente de él podría haberse esperado tal conocimiento de las Escrituras y perspicacia en su significado que la verdad de las palabras que acaba de decir Jesús serían reconocidas de inmediato. Porque nuestro Señor no dice 'y no sabe '; No se culpa a Nicodemo por falta de conocimiento previo de estas cosas, sino porque no percibe la verdad de la enseñanza cuando se le presenta, y presentada, además, por Uno cuyo derecho a enseñar con autoridad él mismo había confesado.

Se observará que Jesús no responde al 'Cómo' de la pregunta anterior; que había sido respondida por anticipación. En Juan 3:8 Jesús había declarado que la manera debe ser un misterio para el hombre, mientras que el hecho estaba fuera de toda duda. El hecho era conocido por todos los que habían nacido del Espíritu, pero sólo por ellos.

De ahí que en el versículo siguiente tengamos una renovada y más enfática afirmación de la verdad y certeza de lo dicho. Si Nicodemo realmente conocería el hecho, debe ser por el conocimiento de la experiencia. Él no aparece más en esta narración. Las últimas palabras lo han reducido al silencio -silencio pensativo, no lo dudemos-, pero no lo han llevado a la completa creencia.

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